teclear tan a menudo en nuestro móvil inteligente no solo está cambiando la forma en la que nos relacionamos socialmente y caminamos, por ejemplo, sino que también está alterando nuestro cerebro.
Este cambio se produce debido al uso tan continuado y preponderante de los pulgares para utilizar nuestros dispositivos. El estudio ha sido llevado a cabo por un equipo de neuroinformáticos de la Universidad de Zurich y la Escuela Politécnica Federal de Zurich (Suiza) y lo recoge la revista
Current Biology.
¿Qué impacto está teniendo en nuestro cerebro la destreza que estamos obteniendo en los dedos por el uso de los móviles actuales? Este fue el punto de partida de la investigación liderada por Arko Ghosh, descubriendo que la plasticidad diaria del cerebro puede ser analizada dependiendo del uso que hacemos de nuestro móvil. Así, “los teléfonos inteligentes nos ofrecen la oportunidad de entender cómo la vida normal moldea el cerebro de la gente común”, explica Ghosh.
Para llegar a esta conclusión los científicos
contaron con la participación de 37 personas diestras, 26 de ellas usuarios habituales de móviles con pantalla táctil y 11 usuarios que aún empleaban móviles antiguos. Analizaron la activación en la corteza sensoriomotora promovida por los movimientos de los dedos (pulgar, índice y dedo medio) mediante electroencefalografía. Los resultados revelaron que la representación cortical en los participantes que utilizaban smartphones o móviles inteligentes era distinta a la de los usuarios de móviles menos modernos y que
cuanto más frecuente era su uso más influía en la actividad cortical puesto que mayor era la señal en el cerebro, sobre todo, en la zona que representaba al pulgar.
Esta transformación del cerebro puede explicarse de la misma forma que los violinistas, por ejemplo, adquieren un mayor nivel del área de representación de los dedos que guían el instrumento debido a la práctica. Esto es, cada zona del cuerpo posee un
área de procesamiento particular en nuestro centro emocional del cerebro. No son áreas estancas e inamovibles, sino que pueden cambiar dependiendo de nuestras actividades diarias.
“
La tecnología digital que utilizamos a diario moldea el procesamiento sensorial en el cerebro y en una escala que nos sorprendió”, aclara Ghosh.
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