Canelones de conejoIngredientes.Yo he utilizado, para dos personas (ocho canelones)
Un lomo de conejo (costillar y riñonada)
Dos pimientos verdes, italianos (aunque no es imprescindible que hablen idiomas)
Dos puerros
Media cebolla
Medio vaso de vino blanco
Cuatro cucharadas de salsa de tomate (o tomate frito)
Ocho canelones
Queso rallado para gratinar
Dos cucharadas de aceite de oliva
Leche y harina
Media cucharada de mantequilla
Sal, pimienta y nuez moscada
Tomillo
ElaboraciónQuitar nervios, pedúnculo y semillas a los pimientos
Pelar los puerros (usar solamente la parte blanca) y la media cebolla
Picar todas las verduras y disponerlas en una cazuela
Salpimentar el conejo, y mezclarlo con la verdura. Añadir el aceite de oliva y sofreír tres o cuatro minutos a fuego fuerte, removiendo, para que doren.
Añadir el vino y remover de nuevo.
Cubrir de agua y dejar cocer durante media hora, o hasta que la carne esté tierna y se desprenda fácilmente del hueso.
Apartar por un lado el conejo, y por otro el caldo colado, y las verduras guisadas. Dejar templar. Como véis, el caldo tiene color doradito. Esto es debido a que antes hemos dorado las verduras y el conejo.
Mientras tanto, cocer los canelones como indique en el envase.
Cuando estén hechos, enfriarlos en un bol con agua, y disponerlos sobre un paño o papel de cocina, para secar el exceso de agua.
Elaboramos una bechamel (realmente sería una velouté con algo de leche), con el caldo que hemos reservado, la harina, la mantequilla, un poco de nuez moscada y de pimienta, sal, y añadiendo algo de leche hasta formar una salsa espesa. Pondremos una capa fina en el fondo de la fuente donde vayamos a colocar los canelones. Yo utilizo fuentes de pirex, individuales.
Procedemos a relllenar y enrollar los canelones. Mezclamos la carne de conejo desprendida ya de los huesos, con las verduras, el tomate y una pizca de tomillo.
Con una cuchara, disponemos un poco de relleno, a lo ancho. Calculamos más o menos el ancho de un tercio de la superficie del canelón. En el borde exterior, y con ayuda de la yema del dedo, untaremos con un poco de bechamel. De este modo se ayuda a que no se abran una vez enrollados.
Los colocaremos sobre la fuente, boca abajo. La bechamel del fondo también sirve para mantenerlos cerrados.
Cubrimos con el resto de la bechamel, espolvoreamos con queso, y gratinamos.
Buen provecho.