(Ho Chi Minh, Vietnam, 2 de junio. EFE) – Cómo comportarse con la suegra o hacer el desayuno al marido son algunas de las enseñanzas que reciben las mujeres de Vietnam para contentar a su esposo surcoreano, el hombre de moda con el que sueñan las vietnamitas.
En el aula de la Fundación Asiática de Intercambios Culturales de Ho
Chi Minh (antigua Saigón) una docena de jóvenes observa con atención cómo la profesora va desgranando algunas palabras básicas de la lengua coreana.
Todas están casadas con ciudadanos surcoreanos -un sueño para miles
de solteras del país indochino- y antes de mudarse al nuevo país han
decidido inscribirse a este taller de una semana patrocinado por el
Gobierno de Seúl.
“Uno de los aspectos más importantes es conocer el carácter de los hombres coreanos
y también el de las suegras. Si no aprenden a tratarlas correctamente
es difícil que el matrimonio funcione, es algo muy importante en la
cultura coreana”, afirma Kim Ki Young, director del centro.
Según explica, “el objetivo es hacer más fácil su adaptación a la vida en Corea, reducir el impacto del choque cultural”.
“En la última década -añade- se ha multiplicado el número de
vietnamitas que se casan con coreanos y muchas han tenido problemas para
adaptarse al nuevo país y al carácter de sus maridos. Ha habido incluso
casos de suicidios”.
Según datos del Gobierno de Seúl, en Corea del Sur viven 50.000 mujeres vietnamitas casadas con ciudadanos de ese país.
La mayoría conoció a sus esposos a través de un agente y apenas disfrutó de una semana de noviazgo antes de las nupcias.
“El principal problema es la forma en que se producen esas bodas”
“El principal problema es la forma en que se producen esas bodas.
Muchos coreanos vienen a Vietnam a buscar esposas a través de agentes
matrimoniales y los enlaces se sellan en dos meses como mucho. Cuando
llegan a Corea, las chicas se llevan una gran desilusión porque no todo
es como imaginaban”, afirma Young.
Aunque admite que en el pasado se produjeron numerosos casos de
compra de esposas pagando un precio a las familias, Young sostiene que
esas prácticas apenas ocurren debido al mayor control de las autoridades
coreanas.
“Ahora muchas conocen a sus pretendientes a través de amigas que
están casadas con coreanos. Los agentes matrimoniales también han
cambiado su comportamiento. Antes mentían a las chicas diciéndoles que su pretendiente era millonario, pero las cosas han mejorado gracias a los controles”, defiende.
Las telenovelas coreanas que triunfan en la televisión vietnamita y
las estrellas musicales que vuelven locas a las quinceañeras desde Hanoi
a Ho Chi Minh son a juicio de Young uno de los motivos de la percepción
idealizada que muchas jóvenes tienen de la vida en Corea.
El desencanto y las dificultades para adaptarse a una cultura muy diferente se traducen a menudo en divorcio o incluso en suicidios y por eso los profesores del curso intentan proporcionar “la máxima información posible”.
Una de las alumnas, Nguyen Kim Luyen, se mudó a Seúl tras su boda,
pero después de tres años, las diferencias culturales y las enzarzadas
discusiones con su esposo terminaron con el matrimonio y regresó a
Vietnam.
“El curso me ayudará a que las cosas vayan mejor”
Sin embargo, aquella amarga experiencia no le ha impedido esposarse
con un nuevo coreano apenas seis meses después de que se lo presentara
una amiga y se muestra “encantada” de volver a Seúl.
“El curso me ayudará a que las cosas vayan mejor”, dice.
Por su parte, Tran Thi Ngoc, una joven de 20 años originaria de la
región del delta del río Mekong, atiende las clases antes de mudarse al
país de su marido, aunque admite que preferiría quedarse en Vietnam.
“Me da algo de miedo no saber comportarme. La
profesora nos ha enseñado algunos de los aspectos de la cultura coreana,
pero es difícil. Por ejemplo, nunca sé cómo despedirme de sus amigos y
creo que les molesta”, confiesa.
Otra de las alumnas, Do Thi Lan, de 24 años, no está segura de
albergar energía suficiente para levantarse todos los días a las cinco
de la mañana y preparar el desayuno de su esposo, tal como manda la
tradición.
El programa académico incluye otros aspectos como el uso del sistema
de transporte, fundamentos de cocina autóctona, la diferencia climática
entre los dos países y el uso de la calefacción y cómo contactar con un
centro de apoyo para esposas extranjeras.
El Gobierno coreano patrocina cursos similares en Filipinas y Mongolia.
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