El hombre de la derecha mide 2,11m de estatura; sí, el de la derechaPara quienes no lo hayáis reconocido todavía, el hombre con barba que
aparece a la derecha de la fotografía es un jugador de baloncesto de
2,11 metros de estatura y 131 kilogramos llamado Nikola Pekovic que actualmente milita en las filas de los Minnesota Timberwolves, el equipo NBA en el que también juega Ricky Rubio.
Así pues, ¿quién es el gigantón de la izquierda? Y aún más
importante, ¿cuánto mide? Vayamos por partes: su nombre es Igor
Vovkovinskiy, nació en la ciudad ucraniana de Kiev en 1982 y mide nada
más y nada menos que 2,345 metros de altura. No sorprende, por tanto,
que a su lado Pekovic, y hasta el mismísimo Shaquille O'neal, parezcan personas bajitas.
En 1989, cuando sólo contaba con 7 años de edad ya medía más de 1,80
metros de estatura y pesaba más de 90 kilogramos, lo que llevó a
Svetlana, su madre, a comenzar a enviar cartas
a especialistas de todo el mundo explicándoles la situación que vivía
su hijo y solicitándoles ayuda para recibir un tratamiento médico
adecuado que mejorara su calidad de vida.
La campaña surgió efecto y unos meses después voló acompañada de Igor
a Minnesota, donde se le diagnosticó que padecía gigantismo, una
enfermedad hormonal causada por la excesiva secreción de la hormona del
crecimiento que también sufrió en su momento Robert Wadlow, la persona más alta de la historia médica de la que existen evidencias, con 2,72 metros de estatura.
Desde su llegada a suelo estadounidense, Igor se ha visto sometido a numerosas operaciones que lo han llevado a estar casi 3 años postrado en una cama
y a ganar peso de manera considerable. Su desproporcionada estatura ha
provocado que situaciones cotidianas para cualquier otra persona como
comprarse unos zapatos se conviertan en un tormento para él, dado que en
ninguna tienda venden calzado de la talla 25 estadounidense (no he
encontrado la equivalencia en Europa pero estaríamos hablando de algo
cercano a la talla 57-58).
Tras sufrir durante años continuas lesiones por llevar zapatos más
pequeños de lo que sus enormes pies requieren, hace unos meses expuso su
caso a los medios de comunicación, explicando que necesitaba el dinero
para que le fabricaran calzado a medida. A las pocas horas, para su
sorpresa, consiguió recaudar 16.000 dólares procedentes de donaciones
ciudadanas y, tanto o más importante, recibió una llamada de Reebok, que
se ofreció a proporcionarle zapatillas gratuitas de por vida conforme
las fuera requiriendo.
La multinacional del deporte ha señalado que fabricar cada par le
cuesta entre 12.000 y 20.000 dólares, una cantidad que va a recuperar
más que de sobras gracias a la publicidad positiva que este caso le va a
reportar. Igor, mientras tanto, alejado de tribulaciones empresariales y
estrategias de márketing de cualquier tipo y color, está aprovechando
este regalo caído del cielo para, después de muchos años, poder salir de
casa a dar una vuelta, a comprar o, simplemente, a pasear al perro sin
poner en peligro su ya maltrecho cuerpo.