En enero de 1692 se inició en la localidad norteamericana de Salem (cercana a Boston) un juicio contra varios de sus vecinos acusados de practicar brujería.
La denuncia se inició cuando dos niñas, de 9 y 11 años de edad, comenzaron a sufrir convulsiones y espasmos. Entre sollozos afirmaron haber sido embrujadas por mujeres de la localidad que de noche creaban dobles de sí mismas.
El juez local les creyó y así se inició una investigación que sumió a la ciudad en un clima de histeria colectiva, surgiendo cada día más niñas embrujadas y nuevos implicados, hasta alcanzar el sorprendente número de 141 acusados.
Finalmente, 20 de ellos fueron ejecutados y cinco fallecieron en prisión. Cuatro años después del juicio, los jurados que dictaron sentencia firmarían una confesión de error, en la que achacaban su actuación al miedo y la histeria desatados desde la primeras acusaciones.
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