La sonda de descenso empezará a tomar imágenes, mañana, durante el descenso y captará una panorámica en cuanto llegue al suelo de 67P/Churyumov–Gerasimenko
- GRÁFICO Aterrizaje en un cometa
A más de 500 millones de kilómetros de la Tierra, en un punto entre la órbita de Júpiter y la de Marte, dos sondas espaciales robóticas están listas para intentar una operación arriesgada que nunca se ha intentado hasta ahora en la exploración del espacio: el descenso en la superficie de un cometa. La nave
Rosetta, tiene que soltar el miércoles, a las 09.35 (hora peninsular), el módulo de descenso
Philae que ha viajado sujeto a ella hasta el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko. Comenzará así la caída del
Philae, de unas siete horas de duración, hasta el suelo del cometa. Si todo va bien, tomará contacto con el suelo a las 16.34 (con un margen de 40 minutos). De estos dos momentos clave (la separación de la nave y el aterrizaje) se tendrá noticia en la Tierra, en los centros de control de la misión, media hora más tarde ya que las señales, viajando a la velocidad de la luz, tardan 28 minutos y 20 segundos en recorrer la distancia desde el cometa hasta nuestro planeta.
Es una misión de la Agencia Europea del Espacio (ESA), cuyos expertos ya protagonizaron un histórico aterrizaje con éxito en otro lejano cuerpo del Sistema solar: Titán, la Luna de Saturno, en 2005, con la sonda
Huygens. Pero el 67P/Churyumov–Gerasimenko, un objeto pequeño, con escasa atracción gravitatoria, es un enorme y nuevo reto para los ingenieros y científicos.
Estamos listos y sin sobresaltos”, ha declarado hoy Andrea Accomazzo, director de vuelo de la misión Rosetta, en el centro de control ESOC, de la ESA, en Damstadt (Alemania). Sin embargo, sí que dio un pequeño susto a los responsables de la misión en las últimas horas, cuando no se encendió correctamente con la primera orden, comentó Accomazzo. Lo hizo al segundo intento y las operaciones siguieron adelante según lo previsto.
Desde el centro de control del
Philae en Colonia (Alemania), se dará el "
go" (“adelante”) de la sonda para la maniobra de descenso siete horas antes de la separación prevista de la nave
Rosetta. Será a las 2.35 de la madrugada (siempre hora peninsular), y a las 4.35 se empezarán a encender algunos instrumentos de la sonda, según informa Lawrence O´Rourque, ingeniero de sistemas de la ESA, desde el centro de control del robot de descenso en Colonia (Alemania). “A medida que se acerca la hora prevista, se nota que la gente del equipo está cada vez más nerviosa, pero también estamos contentos todos de que por fin llegue la hora”, añade.
Han sido diez años de viaje de la nave automática
Rosetta por el espacio, recorriendo 6.400 millones de kilómetros, desde el lanzamiento en 2004, y más de 20 desde que la misión recibió luz verde en la ESA, en 1993.
El miércoles, nada más producirse la separación de ambos artefactos, el
Philae tiene el cometido de fotografiar la nave. Tomará dos imágenes denominadas “de despedida”. A los 12 minutos estará ya a 100 metros de distancia. Tanto la nave como la sonda de descenso tienen que realizar maniobras y funciones durante la primera fase de la operación. Sobre las 13.00 está previsto que empiece el envío de datos de ambos artefactos. En la Tierra estarán a la escucha no solo las grandes antenas de seguimiento de satélites de la ESA, sino también las de la Red de Espacio Profundo de la NASA. Una hora antes de tomar contacto con el suelo, deben activarse dos de los instrumentos del
Philae para tomar imágenes. "Vamos a recibir la señal de la sonda de descenso dos horas después de la separación de la sonda y la nave y, desde ese momento, podremos seguir al Philae hacia el aterrizaje", resume O´rourke
Si todo sale bien, a eso de las 17.00, el
Philae debe aterrizar y sujetarse al suelo con dos arpones y ayudado por los dispositivos de atornillamiento en sus tres patas. Si no lo hiciera, tan escasa es la gravedad del 67P/Churyumov–Gerasimenko, un cuerpo de hielo y polvo de unos cuatro kilómetros de diámetro máximo, el robot saldría rebotado hacia el espacio y se perdería. A los cinco minutos de tomar contacto con el suelo, el
Philae tiene el cometido de tomar una foto panorámica del insólito entorno al que habrá llegado. Podría conocerse en la Tierra hacia las 18.00. Y para los dos primeros días y medio allí, la sonda tiene un apretado programa de actividades científicas que realizar.
Los expertos han calculado que la probabilidad de éxito de la operación está en el 70%, pero tanto los científicos como los ingenieros recalcan que, aunque saliera mal, la misión
Rosetta seguiría adelante. Su objetivo es acompañar al cometa (girando alrededor) en su viaje hacia el Sol para investigar cómo se va activando al aproximarse a la estrella. Está previsto que la nave siga funcionando al menos hasta finales de 2015.
Seguimiento del descenso por los datos magnéticos
Durante las siete horas de caída desde que separe de la
Rosetta hasta que llegue a la superficie del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, la sonda
Philae debe tomar datos en diferentes fases. La información se enviará a la nave y esta, a la Tierra. Pero los instrumentos de a bordo dedicados a la medición de campo magnético (RPC en la nave y ROMAP en la sonda) van a utilizarse para hacer el seguimiento del descenso. Ambos artefactos espaciales generan pequeños campos magnéticos por los circuitos electrónicos que llevan, ha explicado Hans-Ulrich Auster, investigador del magnetómetro y monitor de plasma ROMAP. Esos campos magnéticos crean perturbaciones en los datos que los científicos normalmente eliminan para analizar las medidas de los campos magnéticos naturales del cometa y del viento solar. Pero esas perturbaciones pueden analizarse para ver qué le pasa al
Philae durante su lenta caída hacia el suelo del cometa.
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