Quería mostraros esta recetilla desde hace tiempo, pero no recordaba dónde tenía las fotos. Haciendo hoy otras, al ir a archivarlas, encontré también las anteriores en un pendrive, de modo que mezclaré las instantáneas de ambos días.
Las que somos “del pueblo, de toda la vida” guardamos esta receta heredada, y algunas seguimos haciéndola, porque es una torta deliciosa. En Semana Santa se le da forma de rosca, incrustando en ella unos huevos enteros, y se convierte en “hornazo”. Pero a mí me gusta más así, en forma de torta clásica. Se puede utilizar levadura fresca, pero yo ya me he acostumbrado a la levadura de panadero seca, que es muy práctica de usar y no necesita estar refrigerada.
Ingredientes para una torta (4 comensales):
300 gr. De harina de fuerza
60 gr. De aceite de girasol
75 gr. De azúcar
Medio sobre de levadura seca (de panadero, no química)
El zumo y la ralladura de una naranja
La ralladura de un limón
Una cucharadita de anís en grano
2 huevos
Aparte: Algo de harina y azúcar para espolvorear, y un huevo batido para pintar.
La masa es sencilla:
IMPORTANTE: Todos los ingredientes deben estar a temperatura ambiente.
Calentar el aceite de girasol hasta que lo notemos tibio entre los dedos, sin quemarnos, claro. He dicho tibio, no caliente.
Batir los huevos con el azúcar durante unos minutos, hasta que quede una crema blanquecina. Añadir el zumo, el aceite, el anís y las ralladuras de limón y naranja, y batir de nuevo un minuto más. Es el momento de mezclar con la harina y la levadura. Dejaremos reposar la masa tapada en un lugar templado, o cubriremos el recipiente con un plato y una toalla o manta. Yo suelo dejarlo levar durante toda la noche.
A la mañana siguiente, habrá crecido más del doble. En mi batidora se sale por la tapa, jeje
Mientras encendemos el horno, formaremos la torta sobre una bandeja de horno, donde previamente habremos colocado papel de hornear espolvoreado con harina. La masa tendrá una consistencia de hebras finas. La amasaremos de nuevo con las manos mojadas con aceite. Si vemos que se pega mucho a la mesa, podemos añadir un poco más de harina.
Me gusta hacer una torta alargada, pero se pueden hacer más pequeñas y varias. Cuando el horno haya alcanzado la temperatura (recomiendo 150 grados, aunque yo lo aso con turbina y lo pongo a 140), hacemos una incisión con un cuchillo a lo largo de la masa, pintamos con huevo batido toda la superficie, y espolvoreamos con azúcar.
Este selfie con el horno delante es de aquella otra vez que hice dos.
Yo calculo unos 30 minutos, aunque lo mejor es ir pinchando con una aguja o cuchillo fino, y cuando salga seco, ya podemos apagar el horno y dejar templar.
Aquellas quedaron así de suculentas
Y ésta ha sido la de hoy. Me da mucha penita que no la podáis oler. Pero bueno, aun así, os la dedico.