No es la primera vez que la alimentación y la tecnología cruzan espadas. Después de todo, la gastronomía molecular supo dejar su huella aún después del cierre de una de sus cunas más importantes como fue elBulli, pero en vez de nitrógeno y dióxido de carbono, lo que nos trae aquí hoy es una impresora 3D, cuyas tintas son completamente comestibles y pueden tomar diferentes formas que serían extremadamentre complejas (o directamente imposibles) de lograr a mano.
Alguna vez fui pequeño, y recuerdo muy bien las veces que hice sufrir a mi madre a la hora de “convencerme” de que comiera algo que sabía que no me iba a gustar. La clásica trampa de “si no lo pruebas, no vas a saber si te gusta” sólo funcionó la primera vez, y algunas cosas eran horrendas simplemente por su apariencia. ¿Brócoli? ¿Quién puede tener interés de comerse un árbol en miniatura? ¿Coliflor? El simple olor que deja en la cocina hace huir a los más valientes. Las verduras suelen ser las más resistidas por los pequeños de la casa, pero en muchos casos se trata de una cuestión de aspecto por sobre todas las cosas. Las papas, a pesar de ser poco más que un tubérculo, son mucho mejor recibidas por su asociación a las papas fritas y la comida chatarra. Entonces, ¿cómo se podría cambiar “la apariencia” de la comida?
Personalmente, necesitaría una cantidad mucho más grande que "un" transbordador..
Personalmente, necesitaría una cantidad mucho más grande que "un" transbordador...
La impresión 3D podría ser una solución. El Laboratorio de Máquinas Creativas de Cornell ha desarrollado una impresora 3D que puede hacer cosas como una “patita de pollo” rebozada con la forma de un transbordador espacial, pasteles con logotipos en su interior, o “snacks” de maíz que adoptan la forma de una flor y se parecen más a una aglomeración de fideos. No sólo pueden cambiar la forma de la comida, sino también su textura. De acuerdo a la necesidad, la comida puede ser más porosa, lo que permitiría freír piezas más grandes en menos tiempo, o ganar más capacidad de absorción en comidas que estén destinadas a la olla, y que deban “atrapar” sabores de otros ingredientes.
Algunas formas serían demasiado complejas para hacer a mano
Los esfuerzos del laboratorio no han pasado desapercibidos, y algunas empresas ya están buscando formas de convertir a la impresora 3D de comida en un producto comercial disponible al público en general. Se ha hablado de costos iniciales cercanos a los mil dólares, un monto algo salado para ciertos paladares, pero la realidad indica que existen electrodomésticos mucho más caros. La cocina podría convertirse en una simple cuestión de “recargar cartuchos” con verduras, carne o pollo, siempre y cuando se tenga a la mano los “planos digitales” que le indicarán a la impresora en dónde va cada ingrediente y qué forma debe adoptar.
http://www.neoteo.com/impresora-3d-de-alimentos-imprimiendo-comida