Si observamos los rituales de los asistentes de vuelo de un avión probablemente quedaremos fascinados por los complejos procedimientos que llevan a cabo antes, durante y después de que el aparato despegue. Sin embargo, si nos fijamos atentamente, nos daremos cuenta de que hay algo que nunca hacen: beber agua de los grifos del propio avión. Y no se trata de una simple manía.
Hace ya una década y media que distintas investigaciones pusieron en tela de juicio la calidad del agua de los aviones. No hace falta ser un genio para imaginar por qué: las condiciones de salubridad de un aparato que vuela a unos 9.000 metros sobre el suelo pueden no ser las mejores. También es cierto que hay aerolíneas y aerolíneas, y los controles que realizan sobre el agua que sirven puede ser muy diferente. Pero dado que los aviones viajan por todo el mundo, no está de más saber que es algo más o menos generalizado.
Una de las investigaciones más recientes, publicada en 2015 en el 'International Journal of Environmental Research and Public Health' hablaba de “bacterias que viajan” para calificar la calidad del agua. Después de analizar 154 muestras, los científicos llegaron a la conclusión de que el agua de los vuelos de larga distancia tenía mucha peor calidad que la de los cortos.
¿Cuándo se producía la contaminación? Sorprendentemente, no tanto en los propios tanques del avión como en el vehículo que transporta el agua hacia el aparato. En este se disparaba el nivel de cloro, que puede producir intoxicaciones. Y, aunque la calidad de las bacterias variaba sensiblemente entre aviones, líneas y vuelos, los investigadores encontraron en total 37 clases diferentes de bacterias.
No es el único estudio que ha investigado los problemas del agua de los aviones. En ese mismo año, las autoridades de la Oficina de Salud Portuaria de Hong Kong recogieron muestras de 22 aviones diferentes de la aerolínea Cathay Pacific (valorada con cinco estrellas por la auditora Skytrax en su 'ranking'). Tan solo 8 de ellos cumplían con los mínimos exigibles de higiene, limpiando y desinfectando sus tanques a menudo; los 14 restantes se encontraban contaminados.
En 2002, 'The Wall Street Journal' ya publicó un sonado reportaje basándose en las muestras de 14 vuelos diferentes. No es que la calidad del agua no fuese muy buena; es que entre los microbios que se encontraron en ellas se encontraban la salmonela, el estafilococo y pequeños huevos de insecto. “Lo que es peor es que la contaminación es la regla, no la excepción”, señalaba el reportaje. “Casi todos los niveles de bacterias se encuentran 10, a veces cientos de veces, por encima de los límites del gobierno”. ¿El consejo que daba el diario? “¡Llévate tu propia botella!”
La EPA estadounidense (Agencia de Protección Ambiental) descubrió en 2013 que el 12% de los vuelos de 2012 habían dado positivo por coliforme, un grupo de especie bacteriana entre la que se encuentra la dañina E. Coli. Un descenso muy pequeño respecto a los resultados obtenidos una década antes, cuando el porcentaje se encontraba en el 15%. Algo especialmente grave después de la aprobación de la Aircraft Drinking Water Rule en 2011, que intentó abordar de una vez por todas este problema.
¿Cómo se ensucia el agua?Un vídeo publicado por 'TechInsider', la sección de tecnología de 'Business Insider', resume bien por qué es tan fácil que el agua se encuentre contaminada. Esta pasa por muchos lugares antes de ser almacenada en el avión, y cada una de ellas multiplica las posibilidades de que algo vaya mal: desde la red de abastecimiento de agua potable hasta el almacenamiento en el aeropuerto, desde ahí hasta un coche de transporte y desde el coche hasta el tanque del avión.
Hay un problema adicional. No solo no podemos montar en el avión con una botella de agua que traigamos de casa –otra cosa es que pasemos por caja después del control de seguridad–, sino que es probable que si pedimos un café o un té, estén preparados con agua del grifo. ¿Utilizar agua embotellada para las bebidas de los viajeros? Son muy pocas las aerolíneas que lo hacen. Aunque calentar el agua debería eliminar las bacterias, en ocasiones la temperatura no es suficiente para acabar con todas.
Muchas de las aerolíneas han discutido dichos hallazgos y han protestado por la manera en que se han llevado a cabo los experimentos. Sin embargo, la tendencia muestra que, por mucho que se anime a las aerolíneas a controlar la calidad del agua de sus tanques, la realidad no ha cambiado sensiblemente en los últimos 15 años.
Los microbios, en primera personaSe trata de un tema recurrente que vuelve a los medios de comunicación cada cierto tiempo, como suele ocurrir con todo aquello que no se termina de solucionar. Una de las últimas veces fue a partir de, cómo no, un hilo de Reddit en el que distintos asistentes de vuelo desvelaban aquello que no debe hacerse jamás a bordo de un avión. En el número uno se encontraba beber agua o pedir café o té.
“A veces, el vehículo que lleva el agua potable para lavarse las manos y preparar el café se encuentra al lado del que se utiliza para vaciar los retretes y llenar el líquido azul de los lavabos”, explicaba el usuario Mudbutt7. “Se supone que no debe hacerse. En ocasiones, se encuentran a una distancia prudencial uno de otro, que es la política a seguir, pero a veces el tipo que llena el tanque utiliza guantes que no se ha cambiado en más de dos años”.
Otro forero explicaba por qué en ocasiones el café sabe tan mal. “Nadie limpia el contenedor que sale cada mañana”, recuerda WorseToWorser. “A los operarios a los que se les paga muy poco no les importa que esté limpio. A mí al menos me daba igual cuando trabajaba para AA [American Airlines]”. Ni siquiera disponen de los medios necesarios para limpiar estos sistemas de almacenaje, añadía.
“Nunca se te ocurra beber agua en un avión si no viene de una botella”, sugería otro usuario llamado gruntman (apropiadamente, “gruñón”). “Ni siquiera la toques. La razón es que los puestos para purgar la mierda de los lavabos y llenar el avión con agua potable se encuentran a apenas unos centímetros de distancia, y lo suele hacer el mismo tipo”. Una opinión más suave sale de la pluma de la antigua azafata y actual 'coach' motivacional Abbie Unger, que señalaba a 'The Huffington Post' que, aunque no se limpien los tanques, tan solo se llenan con agua potable, por lo que aunque el café no sepa muy bien, es completamente salubre
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