Cacao, crema de manos, gel desinfectante... ¿Hay cosméticos que crean adicción?
Los productos que más 'enganchan' al consumidor son los que puede llevar siempre consigo para utilizar en cualquier momento
Aplicarse cacao de forma compulsiva, desinfectar las manos cada dos minutos, rociarse crema una y otra vez, marear al resto con tanto perfume... Seguramente reconozca estos comportamientos en alguna persona de su entorno. O quizá usted mismo se vea reflejado. La sensación de bienestar que producen algunos cosméticos -hidratación, frescor, aromas agradables...- sumada al deseo de obtener unos resultados a corto plazo explica esa "necesidad" de recurrir a ellos de forma constante. Pero, ¿la repetición puede llegar a convertirse en un
vicio? Los expertos consultados por ZEN lo tienen claro:
ni los productos ni su formulación crean adicción. Son los usuarios los que los emplean de forma equivocada.
"Los cosméticos que más enganchan son los que puedes llevar en el bolso para recurrir a ellos en cualquier momento. Aunque se trata, más bien, de una necesidad psicológica porque los productos en sí mismos y sus componentes no causan dependencia", afirma el farmacéutico Enrique Bernat. La dermatóloga de la Academia Española de Dermatología y Venereología Carmen Carranza lo corrobora: "Algunos contienen fórmulas muy conseguidas para hidratar la piel a la par que generan una agradable sensación por su textura, su olor...". Y desde la firma cosmética Germaine de Capuccini refuerzan esta tesis. "Es cierto que
cuando aplicas un producto y es agradable genera una sensación placentera, por lo que el cuerpo liberará endorfinas. Además, a medida que lo utilizas te ves mejor y esto conlleva una carga emocional ligada tanto a la sensorialidad del producto como al ritual de aplicación. Por eso sentimos un vínculo emocional con nuestro cosmético", afirma Marina Cerdá, Directora de Comunicación.
El cacao siempre a mano
Los profesionales coinciden en que la "dependencia no es mala". Sin embargo, puede generar "reacciones negativas en la piel, dermatitis o favorecer la aparición de alergias" si no aplicamos los productos correctamente. "Los aromas y los sabores no crean adicción. Su inclusión en las formulaciones, como por ejemplo en las vaselinas, puede hacer que estemos
constantemente chupándonos los labios y pasando la lengua por ellos, causando una mayor irritación y sequedad que nos hace aplicarlo de nuevo, de manera que se convierte en un círculo vicioso", aclara Bernat.
Precisamente el cacao es uno de los productos que más provocan esta
manía. "He probado casi todos los del mercado, en distintos formatos y de varios sabores. Antes estaba constantemente con el
botecito o la barra en la mano, hasta que encontré un bálsamo pediátrico para labios secos, agrietados y contra las erupciones que es neutro y se me ha pasado", cuenta Laura García, una de las personas que reconoce haber sido, en cierta manera, "adicta" al cosmético.
Una aplicación por la mañana y otra por la noche "sería más que suficiente" para mantener los labios "en correcto estado de hidratación", recomienda el farmacéutico.
La necesidad de limpieza
Cada vez se ven más geles de desinfección en los lugares públicos, como hospitales y residencias. Es otro de los
tips de belleza que se echan al bolsillo o en la guantera del coche para limpiar las manos tras llenar el depósito de combustible y después de
entrar en contacto con objetos que toca mucha gente, "como las barandillas de manos en el Metro". También puede ser
obsesivo, sin embargo, la dermatóloga aclara que "en este tipo de conductas influye la personalidad de cada uno".
"Las recomendaciones de las organizaciones sanitarias y las advertencias en los medios han hecho que s
u venta se multiplique en farmacias y que en muchos lugares se hayan puesto dispensadores. Están más presentes debido a las últimas epidemias que hemos tenido, especialmente la gripe A de 2009", reflexiona Bernat. El farmacéutico asegura que la sensación de limpieza es tal, debido a su "poder bactericida", que algunos usuarios los utilizan incluso después de lavarse las manos con agua y jabón. "Es más que suficiente en la mayoría de los casos, por lo que
su aplicación no debería extenderse". Además, estos productos suelen tener una proporción alcohólica muy alta: "Entrañan diferentes riesgos, principalmente, causan sequedad extrema en caso de uso constante".
Apropiarse de los aromas
Todos hemos asociado alguna vez un aroma concreto con una persona. Y, cuando nos cruzamos con alguien que lleva ese mismo perfume, inmediatamente, pensamos en ella.
Las fragancias también nos encadenan de algún modo "porque nos regalan momentos de placer y, cómo no, nos queremos apropiar de ellos", opina Cerdá.
También está quien gasta medio frasco antes de salir de casa, causando el efecto contrario al que pretende porque no a todo el mundo le agradan las mismas fragancias. O el compañero que la guarda en su cajonera como una joya que saca a relucir varias veces al día. "Nuestro sentido del olfato es muy sensible y un aroma puede transportarnos a un instante de felicidad, asociado a un recuerdo o una emoción.
No queremos dejar de oler algo y necesitamos prolongar en el tiempo esa exquisita sensación", dice Cerdá.
Para la experta, las fragancias de los cosméticos "fusionan la eficacia con el placer sensorial".
"Consiguen que el ritual de belleza se convierta en un instante apetecible por sus texturas y aromas exquisitos, que envuelven la piel en una sensación de bienestar sensacional". Carranza afirma que "un buen aroma podría hacer que nos decantáramos más por un cosmético que por otro".
Hidratación constante
Existe la creencia de que utilizar crema de manos continuamente hace que se resequen más cuando no se aplica. No es del todo cierto.
"Hay cremas que poseen un elevado porcentaje de glicerina. Se trata de un compuesto higroscópico, es decir, con gran capacidad de absorber la humedad, de tal forma que en lugares húmedos proporciona hidratación. Por el contrario, en ambientes secos, al no encontrar la humedad en el ambiente, la adquiere del propio cuerpo", informa Cerdá.
En esta línea, Enrique Bernat valora los ingredientes como clave ante la repetición al recurrir al tarro. "Si las cremas de manos están correctamente formuladas,
aportan nutrientes que mejoran la barrera de protección natural de la piel. Cuando no, pueden llegar a dañar el manto hidrolipídico de tanto aplicarlas".
Lo que más reseca las manos son los jabones fuertes o el mojarnos mucho. "Si llevamos mucho tiempo utilizando un mismo producto para hidratarnos, podemos apreciar que la piel en cierto modo se acostumbra, por eso es buena opción plantearse cambiar o alternar varios". Lo mejor, coinciden los expertos, es
"utilizar los cosméticos con mesura".
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