Un grupo de investigadores de EEUU prueba con éxito en humanos una vacuna contra un linfoma
La consecución de una vacuna terapéutica efectiva contra el cáncer está cada vez más cerca. El último paso lo ha dado un grupo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Stanford (EEUU) que ha empezado a probar en humanos con éxito, por primera vez, una vacuna contra un tipo de cáncer, el linfoma folicular de células B, obtenida a partir de la planta del tabaco mediante ingeniería genética.
Además de no presentar apenas efectos secundarios, la vacuna consiguió activar el sistema inmune de 11 de los 16 pacientes incluidos en el estudio para hacer frente al tumor, según publica hoy en su edición on-line la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Para obtener la vacuna, personalizada para cada paciente, los investigadores convirtieron las plantas de tabaco en auténticas fábricas de anticuerpos.
Para ello, aislaron los anticuerpos del tumor de cada paciente e implantaron uno de sus genes en virus de la planta. Después infectaron las plantas con los virus, que se ocuparon de propagar el gen del anticuerpo humano a las células de las hojas, que a su vez empezaron a producir anticuerpos en gran cantidad. Según los científicos, sólo son necesarias unas cuantas plantas para conseguir los anticuerpos necesarios para un paciente.
“Es realmente irónico que se pueda obtener un tratamiento contra el cáncer a partir del tabaco”, explica el oncólogo Ronald Levy, uno de los autores del trabajo, que destaca que esta vacuna podría convertirse en un tratamiento contra este tipo de cáncer incurable sin efectos secundarios, a diferencia de las reacciones adversas que sufren ahora los pacientes debido a la quimioterapia y la radioterapia. “Se trata de organizar el sistema inmune del propio paciente para luchar contra el cáncer”, explica.
La principal finalidad de la investigación, un ensayo clínico en fase I, era demostrar la seguridad de la vacuna en seres humanos. Además de cumplir con este objetivo, la inmensa mayoría –el 69%-- de los 16 pacientes que concluyeron el seguimiento vieron cómo su sistema inmune respondía mediante la proliferación de linfocitos T, algo que no se había observado con anterioridad en ensayos similares, según señalan los autores.
A lo largo del ensayo, que empezó seis meses después de que los pacientes hubieran acabado su último ciclo de quimioterapia, los sujetos recibieron por vía parenteral seis dosis de la vacuna, que fueron bien toleradas en todos los casos. El siguiente paso será ahora realizar ensayos en fase II para comprobar la efectividad de la vacuna en un grupo más amplio de pacientes.