La Smart TV de Samsung tiene una función para grabar y compartir tus conversaciones con “terceros“. Nos acercamos a un punto en el que “todo lo que digamos podrá ser usado en nuestra contra“, aunque lo digamos en la privacidad de nuestro hogar
En lo que parece ser un pequeño escándalo de privacidad, se ha revelado que la televisión SMART de la empresa Samsung cuenta con una función que le permite grabar y compartir a terceros tus conversaciones cuando esta activado el reconocimiento de voz (algo que permite que los usuarios controlen la TV con la voz).
Según la política de privacidad, se podrá compartir conversaciones a terceros cuando el aparato detecte “palabras habladas que incluyan información personal o sensible”. Esto deja a la TV inteligente de Samsung una enorme amplitud para juzgar qué es “sensible”, lo cual puede ser insignificante, ya que “personal” es toda la información.
Samsung no ha explicado con quién comparte esta información, sólo se dice que se podrá compartir a terceros; evidentemente esto genera especulación sobre que puede tratarse de la policía o, especialmente, de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que ha implementado un programa de espionaje global a través de sitios de internet como Google o Facebook y mediante proveedores de telefonía celular como Verizon.
Claramente hemos llegado a un punto de alarma orwelliana, o justamente a lo que advertía Philip K. Dick cuando escribió: “Llegará un momento en que no será ‘Me están espiando a través de mi telefóno’. Eventualmente será: ‘Mi teléfono me está espiando a mí’”.
Como advierten algunos analistas quizás el problema no sea tanto esta particular TV, ya que Samsung puede luego explicar que el tercero de su política es inocuo y se trata sólo de algún aspecto técnico o en el espíritu de ofrecer un servicio al usuario. Pero esta tecnología de transmisión de conversaciones sensibles a terceros es un prototipo de espionaje y una forma nueva de penetrar la privacidad de los usuarios. En otras palabras, no es tanto cómo está siendo usada ahora sino cómo podrá ser usada después, una vez que nos acostumbremos a este feature de reconocimiento de voz (que nos coloca en ese estado sensible inmortalizado por las películas en nuestra propia sala de estar: “Todo lo que digas podrá ser usado en tu contra”). Algo similar ocurrió con Facebook: si desde un principio hubiéramos sabido que nuestra información iba ser vendida a diferentes marcas o usada por agencias del gobierno, no nos hubiéramos quedado en esta red social. Una vez que supimos de qué se trataba el juego, para muchos ya era demasiado tarde, ya que habían asimilado este medio como parte íntima de su vida (ahí dentro, una vida) y romper con Facebook ya no era tan fácil. Son cosas que, de todas maneras, no es demasiado tarde para replantear.
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