Están documentadas en el siglo XII y sus portadores fueron los jueces chinos que, para ocultar su mirada y no revelar sus veredictos, usaron cristales oscurecidos por primera vez mediante la técnica del ahumado.
También las primeras gafas oscurecidas que existieron en Europa se utilizaron para corregir problemas de visión. Fue en el siglo XVIII cuando el óptico británico James Ayscough tintó de verde o azul anteojos que a menudo llevaban los enfermos de sífilis para aliviar su fotosensibilidad.
Con la llegada del cine, los actores famosos comenzaron a ponerse gafas oscuras para evitar el agresión de los focos, lo que extendería la moda a partir de los años 30. Fue entonces cuando la empresa Foster Grant Company inició la comercialización de las gafas de sol tal como ahora las conocemos y usamos.
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