Confieso que apenas veo la televisión, salvo los telediarios y la serie House y alguna que otra vez la serie En terapia. Lo demas, no me interesa. Sin embargo, el otro dia, zapeando, me tropece con algo que capto mi atención. Durante mas de dos horas mis ojos se pegaron a la pantalla fascinados por lo que alli se estaba exponiendo. Se trataba de una de las emisoras nuevas, Intereconomia, de tendencia conservadora. En alguna ocasión la emision en Telecinco de fragmentos de algunos programas de Intereconomia me habia crispado y suscitado animadversión hacia la emisora nueva. Incluso, echandole un vistazo mas tarde, me parecio ver un programa de alabanza a Franco y a su Regimen. Me puso la piel de gallina. Pero el otro dia me quede enredado la pantalla y no pude separarme de ella durante casi tres horas.
Un director y presentador del programa, Antonio Jimenez, y dos periodistas mas, Eduardo no recuerdo que, y un Alfonso Rojo un tanto pasivo, flanqueaban a dos figuras de la politica nacional en los ultimos decenios: Luis Maria Anson y Mario Conde.
Se emitio en primer lugar un documental de la vida de Mario Conde. Y después se hizo un coloquio alrededor de los problemas que abordaba el documental. Documental y coloquio alcanzaron un nivel que yo calificaria de historico.
Los hechos que se narraron son los siguientes. Mario Conde, un inteligente abogado del Estado es contratado por un millonario, Juan Abello, para participar en sus negocios. Con el tiempo, acaban siendo socios. Y, como tales, compran unos laboratorios farmaceuticos. Los revalorizan y dan lo que entonces se llamaba “un gran pelotazo”: los venden a unos empresarios italianos por 20.000 millones de pesetas, 10.000 para cada socio.
Mario Conde invierte su dinero en acciones del Banesto, y poco después es nombrado presidente del banco. Su fulgurante ascensión le granjea la admiración de aquella sociedad fascinada por el dinero. Según encuestas, todos los universitarios aspiraban a ser Mario Conde en un futuro proximo.
En los años 91-92 España entra en una crisis galopante. La tasa de paro alcanza cotas cercanas al 25% y en el año 93 se devalua hasta tres veces la peseta. La situación economica es insostenible.
En el PP acaba de ser nombrado Presidente Jose Maria Aznar, en el que nadie cree como futura alternativa a Felipe Gonzalez. De modo que la situación politico-social, alarmante, se encuentra con un lider en decadencia, cercado por la corrupción y los escandalos y otro lider de la oposición sin carisma y sin atractivo para representar una alternativa.
Mientras esto sucede, Mario Conde, contra lo que es tradicional en un banquero, denuncia los males del sistema, da conferencias, moderniza su banco y trata de fortalecerlo. En los circulos politicos comienza a hablarse de Mario Conde como alternativa a lo que hay. Existe un problema, y es que Conde no es del Psoe ni del PP. Pero algunos piensan que eso no debe de ser obstaculo: PP y Psoe pueden ponerse de acuerdo en formar una gran alianza para salir de la crisis con un presidente del gobierno que no pertenezca a ninguno de los dos partidos: Mario Conde. Este dice que no quiere entrar en politica e incluso en las maniobras de su banco para modernizarlo y hacerlo mas consistente, firma un acuerdo con un banco norteamericano, la banca Morgan, en el que se compromete a no entrar en politica durante los cinco años siguientes.
Un dia, Felipe Gonzalez llama a Mario Conde y le dice que van a intervenir Banesto. Mario Conde se queda de piedra y pregunta por que, dice que no hay razones para ello y se compromete a aportar el estudio que la banca Morgan acaba de hacer del banco para demostrar que su salud es impecable. Felipe Gonzalez le dice que no se trata de ello y que se ponga de acuerdo con el Presidente del Banco de España. Llama a este y le da noticia de la conversación que acaba de sostener con Felipe Gonzalez; y le añade que no tiene ni idea de en que se tienen que poner de acuerdo. Rojo, el Presidente del Banco de España le dice que si vende sus acciones y se va del banco, este no sera intervenido. Conde se niega. Inmediatamente, el Banco de España interviene el Banesto. Eso si, el Banco de España dice que no hay nada contra Conde. Conde sigue sus actividades y al poco es acusado de haberse llevado 600 millones de pesetas del Banesto. Se le condena a seis años de carcel. Mas tarde se le condena por otros delitos economicos a otros veinte años de carcel. Pese a sus recursos y a una lucha incansable en su defensa, pasa catorce años en la carcel. Al poco de salir, muere de un tumor en el cerebro Lourdes, su esposa, una bellisima mujer que habia sido su sosten en esos años de infierno.
Seis años después de estar en la carcel, llega una comision rogatoria de la justicia suiza que dice quien se ha embolsado los seiscientos millones de pesetas: Antonio Navalon, un hombre cercano al grupo Prisa y al Psoe, y Matias Cortes, otro hombre del grupo Prisa.
Prosiguiendo su lucha, dice haber conseguido (esto no lo habia oido yo decir antes) que el Tribunal de Derechos de las Naciones Unidas habia declarado injustos y contrarios a los derechos humanos sus dos juicios.
Luis Maria Anson, enemigo en aquellos momentos de Mario Conde, es tajante en sus palabras: ni a Felipe Gonzalez ni a Jose Maria Aznar les convenia una figura emergente como la de Mario Conde. De modo que se pusieron de acuerdo para liquidarlo. Primero quisieron bajarlo del poder del Banesto (de ahí que le propusieran vender sus acciones), pero como ni aun intervenido el Banesto y por lo tanto apartado de su cargo Mario Conde, este dejo de exponer públicamente su idea de la España que estabamos viviendo y padeciendo, acabaron por manejar a los jueces para que lo condenaran a la carcel.
Estos son los hechos. Los procedimientos que se usaron para defenestrarlo y condenarlo, los jueces que instrumentalizaron, etc., no fueron la parte menos fascinante de toda esta historia. En todo caso esas tres horas de televisión a mi me confirmaron lo que sospecho desde hace tiempo: que la democracia en la que vivimos es una cascara en cuyo interior se mueve una clase politica que nos engaña y que maneja todo, incluida la justicia, para sus propios fines. Unos fines que nada tienen que ver con los anhelos del pueblo.