Es posible que una mente especialmente suspicaz y experta en
los cotilleos del Vaticano percibiera hace meses que algo extraño estaba
ocurriendo: el pasado mes de noviembre, las religiosas que ocupaban el
monasterio Mater Ecclesiae, en los Jardines Vaticanos,
lo abandonaron dos años antes de lo previsto. Desde entonces ha permanecido cerrado para ser reformado.
El lunes, en la conferencia de prensa que siguió al anuncio del papa
Benedicto XVI de renunciar a finales de mes, el padre Federico Lombardi,
portavoz de la Sala de Prensa del Vaticano, reveló que el monasterio
será el nuevo hogar del Pontífice. Ver galería "el Vaticano desde dentro"
«Cuando terminen los trabajos de renovación del monasterio, el Santo
Padre se mudará ahí y dedicará su tiempo a la oración y la reflexión»,
afirmó Lombardi.
Hasta entonces, residirá en el Palacio Apostólico Vaticano y la
residencia papal de Castel Gandolfo, una pequeña localidad situada a 24
kilómetros al sureste de Roma, tradicional residencia de verano de los
papas.
El Monasterio Mater Ecclesiae fue construido en 1992 por el predecesor
de Benedicto XVI, Juan Pablo II, con el fin de «albergar dentro de la
Ciudad del Vaticano un convento internacional de vida contemplativa»,
como recoge la página web de la Ciudad del Vaticano.
El monasterio ha sido el hogar de monjas de clausura cuya principal
tarea era ofrecer ayuda espiritual al Papa y la Iglesia Católica, a
través de la oración en latín y el canto gregoriano.
Las monjas también bordaban prendas para el Papa y cultivaban un
pequeño huerto orgánico y un jardín de rosas cerca de su residencia. En
una entrevista en 2009 con LÓsservatore Romano, la entonces abadesa
afirmó que a Benedicto XVI le gustaba especialmente la mermelada que
preparaban con las naranjas y limones del huerto.
Se desconoce, sin embargo, cuánto tiempo permanecerá el Papa en el
monasterio. Según Lombardi, Benedicto no participará en el conclave para
elegir su sucesor, insistiendo en que «no habrá confusión ni división
como consecuencia de su renuncia».
Lombardi también afirmó no estar seguro del futuro título de Benedicto
XVI, pues ni el derecho canónico ni los precedentes históricos
contemplan el estatus, prerrogativas o títulos de un papa retirado.
El Vaticano desde los ojos de un monaguillo (vídeo)
Renuncias del pasado Muy pocos papas han renunciado a lo largo de la historia; el último caso se dio en 1415, hace casi 600 años.
«Gregorio XII renunció para que el Concilio de Constanza nombrara un
nuevo papa, poniendo fin así al Cisma de Occidente», informó Donad
Prudlo, profesor de historia de la Universidad Estatal de Jacksonville
(Alabama, Estados Unidos) a Radio Vaticano.
Los expertos italianos y extranjeros han relacionado la decisión de
Benedicto con una famosa abdicación papal, la de Celestino V, que fue
elegido en 1294 y renunció cinco meses después.
«A finales del siglo XIII, un monje ermitaño fue elegido papa como
Celestino V para poner fin al punto muerto que se había alcanzado en el
cónclave y que duraba ya casi tres años», explica Prudlo. «Fue elegido
por su santidad, como un candidato para la unidad. Sin embargo, al
llegar a Roma no se acostumbró a la vida de papa y comprendió que no
estaba preparado».
Renunció y vivió como ermitaño o, según algunos historiadores, como
prisionero, en un castillo propiedad de su sucesor Bonifacio VIII hasta
morir en 1296.
Celestino es conocido por ser objeto de unos versos de la
Divina Comedia de Dante Alighieri. Fue canonizado en 1313.
En 2009, Benedicto XVI visitó su tumba en Aquila, donde dejó el palio,
prenda símbolo de autoridad papal. Ahora el gesto es interpretado como
la premonición de la decisión que tomaría más tarde.
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