Al comienzo del siglo XX, los inventores Thomas Alva Edison y Nikola Tesla se enfrentaron en la
“Guerra de las corrientes”El inventor americano, que había logrado fabricar la primera lámpara incandescente viable, utilizó
corriente continua (direct current en inglés) para construir el primer sistema mundial de
distribución eléctrica en Nueva York. Su principal desventaja es que no podía llevar la
electricidad más allá de unas pocas manzanas. Su rival serbio, Tesla,
que trabajó en un tiempo con Edison, inventó la forma de utilizar
corriente alterna (alternating current) empleando transformadores para
aumentar el voltaje y transmitir la electricidad a mayores distancias.
Al final este fue el sistema adoptado y por más de un siglo, la energía
que llegaba a los enchufes de nuestras casas lo ha hecho como corriente
alterna, pero ahora
la corriente continua está de vuelta.La principal demanda proviene de la necesidad de
conservar la energía y de producirla mediante fuentes renovables.
La corriente alterna se produce en máquinas rotatorias, turbinas, pero
las fuentes renovables, como la eólica o la solar, originan corriente
continua, que debido a la estructura de la red eléctrica de nuestros
hogares, debe ser transformada en alterna para poder ser utilizada.
Otro factor nuevo es la llegada de los semiconductores, que necesitan
corriente continua y que están cada vez más presentes en los
electrodomésticos. Estos últimos precisan convertir la corriente en
continua, lo que es un derroche energético y genera calor. Al comienzo
de la industrialización, esto no era un problema, pero se está
convirtiendo en algo importante, especialmente en la industria cada vez
más importante de la computación en red.
La corriente continua podría ser una
manera de aumentar la eficiencia y reducir las emisiones de carbono. Según la empresa sueco-suiza ABB, se envían en el mundo más de 300.000 millones de e-mails y 250.000 tweets. Los
centros de datos que manejan esto están creciendo a un 10% anual y consumen más de 80
millones de Megavatios-hora, casi vez y media la cantidad total de
electricidad que gasta la ciudad de Nueva York y emiten alrededor del 2%
del dióxido de carbono global. La corriente continua podría ayudar.
Además de su potencial para centros de datos, la corriente continua es interesante para
micro-redes,
es decir sistemas de distribución que podrían operar independientemente
en el caso de un fallo de la red general, y que son muy interesantes
para gobiernos y militares muy atentos a la posibilidad de ataques
terroristas.
Además de estas redes isla, y gracias a la
electrónica de potencia, la corriente continua puede ser transmitida a alto voltaje a distancias más largas, mayores que la corriente
alterna por cable, aéreo o submarino. Los sistemas de corriente continua
de alto voltaje (High voltage direct current HVDC) conforman el
esqueleto de las redes inteligentes, o super-redes, que llevarán la
energía de lugares en los que las energía solar o hidroeléctrica son
abundantes a países en los que es escasa.
Hay
muchos obstáculos para estos
desarrollos: temores a los daños ambientales, falta de estándares, miedo
a los altos voltajes o limitaciones prácticas como la falta de cable.
El dinero podría ser también un problema si no mejora el clima
económico. Países como Holanda o España han recortado ya gastos en
proyectos de energías renovables, pero se espera que en los próximos
veinte años, las redes de corriente continua sean un complemento
evolutivo a las de corriente alterna.
Quizás Edison no estuviera equivocado.
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